13, Rue del Cangrejo

El número 13 de la calle Cangrejo es un antiguo bloque de estilo modernista que, a simple vista, podría parecer morada de hipsters o refugio de pijos. Sin embargo, una vez traspasado el umbral de hierro forjado algo corroído por el óxido y la falta de mantenimiento, nos encontramos con un edificio algo… sí, diremos descuidado. Su dueña, Sansalayne, tiene en alquiler todos los pisos. La mayor parte son alquileres de renta antigua, así que la pobre no se quita los inquilinos ni con agua caliente. Eso sí, como no se beneficia con el edificio, tampoco invierte en él. El ascensor falla mucho, las escaleras tienen algunos escalones de madera podrida y las barandillas algo sueltas. En todo el edificio, sólo hay dos inmuebles vacíos: uno de los bajos, donde tenía el negocio el marido de Sansalayne, y el 6ºA, que está a la venta.

La propietaria es una mujer ociosa que gusta de hacer maldades, por lo que, como única dueña del edificio, ha creado una comunidad “ficticia” en la que reúne a sus inquilinos puntualmente una vez por mes, con la promesa de que, si acuden a todas las reuniones durante cinco años, les regalará los inmuebles. La casera se erige en una especie de guía para sus arrendatarios: “Como futuros propietarios”, los alecciona, “debéis haceros cargo de las responsabilidades que conlleva la posesión de una vivienda, por lo que en las reuniones tendréis que hacer las recaudaciones pertinentes para los pagos de la electricidad del edificio, el agua y, por supuesto, si pensáis que es necesario en vuestras vidas, la contratación de un conserje”.

Los inquilinos de Sansalayne no son mucho mejores que ella. Amantes de la discordia y chupópteros por naturaleza, esperan la reunión mensual con ansia, para poder descargar el estrés acumulado en la semana. Además, les encanta el “juego democrático” de la reunión, en la que, por supuesto y no sin conflictos y peleas que incluso pudieron llegar a hacer sangre, han elegido un presidente de la comunidad, que mantiene su cargo durante tres meses. Al principio protestaron un poco por tener que pagar ellos los gastos comunitarios, pero la perspectiva de obtener en cinco años un inmueble pagando cuotas por debajo de los cincuenta euros al mes en pleno centro de la capital era lo suficientemente tentadora como para desechar la oferta.
De esta forma, y cotidianidades aparte, la vida se desarrolla en el bloque como un pequeño microcosmos en el que el cotilleo, la tensión y la falta de entendimiento hacen las delicias y alimentan el sadismo de la propietaria.

Sótano

Aunque pasó gran parte de su infancia encadenado en el sótano, desde la muerte de su padre Sansalayne ha decidido soltarle las cadenas y, poco a poco, sacarlo a la luz. Los cotillas de los vecinos no paraban de insistir acerca de qué guardaba en el sótano. ¿Querían saberlo? Pues ahí tienen. A fin de cuentas, Theon es inofensivo. Le gusta mirar la tele, principalmente las películas de Errol Flynn de piratas, y con eso está contento. Bueno, con eso y con un buen trozo de “Cho-co-laaa-te”, como él lo llama. No le gusta salir del sótano, porque en general, aunque es sociable, tiene miedo a la gente desde que Nod puso una traca en la puerta del sótano para intentar abrirla a petardazos. Theon vio las sombras de Nod y sus pandilleros y desde entonces, no se fía mucho. Sansalayne lo lleva a todas las reuniones de la comunidad. Sabe que si alguno de esos chupópteros que tiene por inquilinos quiere jugársela, su niñito fornido la protegerá.

Bajo A

En el bajo A tenemos un Bar: el Bar Sinson. Su propietario, Gerold Dayne es un joven crecido en los noventa, muy fan de la serie televisiva Los Simpson. Casi todo el mundo en el barrio lo conoce como “El Pollo”, ya que su amigo, Mr. Lannister, era conocido como “El Pavo” y no se quería que hubiese confusiones en el corral. El Pollo fue expulsado reiteradamente del instituto por hacerle calvos al director y decidió invertir el dinero de la jubilación anticipada de su padre en montarse un bar en el bloque del número 13 de la calle Cuchilleros, en el local que tenía alquilado su padre desde hacía milenios y que no soltaba sólo por fastidiar a Sansalayne. En el bar trabaja una joven camarera, Eleuve, y un camarero, Serandal, quienes viven en el edificio.

Bajo B

Se trata de un local vacío con un gran cartelón que reza “Se vende”, desde hace bastante tiempo. Antiguamente era la carnicería del barrio. Cuando su dueño, el difunto esposo de Sansalayne y dueño original de todo el edificio, tuvo un accidente y se clavó un gancho de colgar reses en la boca del estómago, su esposa decidió cerrar el local tal y como estaba, así que desprendió un nauseabundo olor a podredumbre durante un tiempo. Poco tiempo después un cortocircuito casi incendia el local, por lo que encargó a una empresa que limpiase un poco aquello, pero aún siguen allí los ganchos funestos, las cámaras frigoríficas, la picadora de carne y el juego de cuchillos profesionales, desde el rompehuesos hasta el fileteador. La limpieza, por supuesto, no se hizo a fondo, por lo que las cucarachas y las ratas pasean a sus anchas y se reproducen de forma continuada.

Portería

La portería es un pequeño espacio ganado a las escaleras, poco más que un cuchitril. Allí pasa las horas muertas el conserje que, por fin, ha contratado la comunidad. No es otro que Kuvatha, un joven cubano que, según dejó caer la propietaria, estaba muy bien dotado…para el trabajo. Kuvatha es un cachondo mental, que tiene fijación con las señoras de más de treinta y más de treinta y cinco también. Cada vez que Madelaf, Serenere, Nalibia o Ellairilia pasan por la portería, les dice “yatusabeh, mi amol, yo te doy lo que tú quierah”, mientras se marca un meneo de caderas digno de Elvis. Lo cierto es que está macizo. Su preferida es, sin duda, Doña Asha. Ese moño canoso y la bata lo ponen a cien. Las demás son sus “amoles”, pero Doña Asha es “mamasita”.

1º A

Symon Lynch y su esposa, Nalibia se consideran a sí mismos los habitantes más respetables del bloque. Actualmente, Symon es el presidente de la comunidad ficticia de vecinos y, además, es Licenciado en Criminología. Tiene su despacho en su propia casa. Le molesta muchísimo que Serandal llame “licenciado” a Gerold. “El único licenciado de este bloque soy yo”- dice enrabietado. Su esposa, Nalibia, es una agarrada de cuidado. No come huevos por no tirar la cáscara, por lo que está contentísima con la posibilidad de manejar los fondos comunitarios. A fin de cuenta, la presidencia de una comunidad conlleva responsabilidades que de alguna manera, deben ser sufragadas. Nalibia tiene un centro de belleza en el barrio. Se rumorea que reutiliza la cera de depilación. Con ellos vive su hijo Sveg. El muchacho tendrá aproximadamente 25 años y se pasa todo el día pegado al ordenador. Doña Asha dice que lo ha visto alguna vez asomado a la ventana del patio de luces, mirando a las vecinas, con un casco de Darth Vader puesto.

1º B

Justo encima del local del carnicero vive una pareja de ancianos, Asha y Antares. Doña Asha lleva unos meses luchando porque quiere que se vuelva a limpiar el local vacío. Dice que escucha a las ratas corretear por debajo del suelo y que en su casa hay cucarachas que provienen de allí abajo. Sansalayne, que no piensa invertir ni media peseta en nada, ha comentado entre el vecindario que a Doña Asha se le ha ido la cabeza y que son imaginaciones suyas. En el bloque, desde entonces, la llaman “Vieja loca”, lo que la pone de muy mal humor. Es entonces cuando dice “si estuviésemos en mi pueblo os mataba a todos con mi hacha, demonios, que sois unos endemoniados, peores que las ratas del sótano”. A sus nervios porque la traten como loca se suma que su marido, Antares, se está quedando un poco sordo… en fin, sordo del todo. Tiene una trompetilla porque “no cree en los aparatos esos de hoy en día”. Por supuesto, él no escucha ratas. La vida entre la vieja loca y el viejo sordo transcurre, así, en un cúmulo de malentendidos, dimes y diretes porque no se enteran de nada. “Sí que me entero, asquerosa, so mugrosa” – responde Asha a Sansalayne.

2º A

En este piso vive el eterno estudiante Daro999, un señor algo guarrete que tiene casi cuarenta años y sigue matriculado en derecho. En las reuniones de la comunidad intenta ejercer de leguleyo y alude a normativas ya caducas para exigir reformas y, ante todo, exenciones en los pagos de la factura de la luz del piso que comparte con SadSmile. Éste es un estudiante de física que respondió, ingenuo, al anuncio de Daro para compartir piso. En un principio se horrorizó al ver los restos de pizza por el suelo y al oler el “eau de sobac” que impregnaba el salón. Sin embargo, vio la ventaja de que, como Daro no usaba mucho la bañera, podía hacer allí su siempre soñada plantación de hierba. Así que la bañera del piso está llena de plantas de verde María. SadSmile trajo consigo a “Trucho”, un perro de raza que sus padres le regalaron por haber aprobado la selectividad. Trucho es un crestado chino… sí, un perro de esos sin pelo. Su sudor, por tanto, se une al de Daro, a la comida agazapada entre los cojines del sofá y a la maría en un bouquet esplendoroso que puede olerse, incluso, más allá de las fronteras del piso. Por cierto, Trucho y Piej, el perro del Sr. Sabat, no es que se lleven muy bien.

2º B

En este inmueble vive la camarera del Bar Sinson, Eleuve, que tiene que doblar turno casi siempre para que la caca de sueldo que Dayne le paga le permita llegar a fin de mes. Eleuve es una camarera muy dicharachera, que fue una nini choni durante bastante tiempo, hasta que se quedó embarazada y tuvo que ponerse a trabajar por narices. Vive con su novio, Mr. Lannister, “El Pavo” y su churumbel, Izan (así, como suena se llama el crío). El Pavo es el compañero de correrías de instituto de Gerold Dayne. Al contrario que éste, decidió que la vida activa no era de su rollo, así que se dedicaría a la “vida contemplativa”, como le gustaba llamarla, y que consistía básicamente en no hacer nada. Las cosas le iban bien porque su padre, el fontanero del barrio, le pagaba las cuentas, el coche y, por supuesto, el tuneo (era conocido por canturrear “Tengo el coche de Maikelnait”), con el que conquistó a su chorbi, Eleuve. A la muerte de su padre, y sin haber aprendido el oficio, tuvo que ponerse a trabajar. El asiento de atrás del Ford Sierra del 89 había dado más de sí de lo que esperaba, y entonces llegó Izan. El Pavo escogió como negocio la compraventa de vehículos usados (y tan usados), lo que ya le ha acarreado alguna que otra paliza en el barrio.

3º A

Serandal Patricio Quetzalcoatl y Ellairilia Carmensita Mamandei son una pareja de inmigrantes, mejicano él y ecuatoriana ella, que llegaron al país en época de bonanza y que ya se han hecho a la vida y las costumbres castizas. Serandal lleva mucho tiempo trabajando como camarero en el bar de Gerold Dayne, con quien tiene una relación especial, ya que Dayne es un poquito… cabrón, para qué utilizar eufemismos. Ellairilia casi nunca está en casa ni se mete en los problemas de su marido con Dayne, ya que trabaja en una tienda de moda en el centro, lo que le lleva casi todo el tiempo. El resto se lo dedica a sus hijos y a la “tranquilidad” del hogar: Adito y Nod.
La joven Adito es un bombonsito que acaba de estrenar la mayoría de edad y asiste regularmente a la universidad, donde estudia INEF. Desde muy pequeña le han gustado las artes marciales y a sus quince años ya era cinturón negro de Kung-Fu y Tai-chi-chuan en la variedad Chi-Kung y cinturón negro de Aikido. Su hermano Nod tiene quince años pero nunca ha sido tan aplicado como su hermana. Le gusta mucho la calle y tiene una pandilla con la que hace gamberradas, como pegar monedas de dos euros en el suelo, para ver cómo las abuelas se rompen la cadera buena que les quedaba intentando cogerlas, o meter piedras gordas dentro de cajas vacías para ver cómo los niños pequeños, amantes del fútbol, patean confiados las cajas creyéndose Dani Güiza y acaban lesionados. Su especialidad en gamberradas es salir corriendo detrás de una esquina y, a toda velocidad, darle collejas a los transeúntes que, entre sorprendidos y doloridos, se quedan quietosparaos y con cara de “no me entero de qué está pasando”. Ese es Nod.

3º B

Pulgar y Val son una joven pareja que se afanan en parecer pijos e, incluso, acaudalados, pero en el fondo son igual de chupópteros que el resto. Pulgar tiene una empresa de reformas y Val se dedica a la venta de tuppersex. Él intenta que la comunidad le contrate todas las chapuzas que puedan hacerse, pero se encuentra siempre con la oposición del resto de vecinos, principalmente de Symon, que prefiere que cualquier amigo suyo le pase un presupuesto y abultarlo. Val tiene espantada a Doña Asha con sus aparatitos, los cuales intenta encasquetar a todo aquel con quien se cruce en el rellano, la escalera o el ascensor. Temporalmente está viviendo con ellos Loboct, el hermano gemelo de Val, que de día trabaja como cajero en un banco y por la noche, es una gogó travestida de casi dos metros en sus plataformas: Lobah. A veces va tan bien caracterizado que a Pulgar se le van las manos al pan, pensando que es su mujer.

4º A

Solitario en su pisito vive del cuarto vive NUE. Se trata de un joven bastante normaluco. Vive allí de toda la vida. Sus padres murieron hace unos cinco años. Él convivió con sus cadáveres sentados a la mesa durante un mes y medio. Hubo un gran revuelo en el portal. El muchacho pasó un par de meses ingresado en un psiquiátrico pero un buen día volvió. La madre de NUE era la enemiga acérrima de Doña Asha. Ésta la acusaba de que sacudía el mantel por la ventana del patio de luces. Sin embargo, las malas lenguas dicen que lo que pasaba es que el viejo sordo Antares tuvo un affaire con la difunta, y que el propio NUE podría ser su hijo. Sea como sea, Doña Asha continúa acusando al hijo como una vez lo hiciera con la madre. NUE suele llevar camisa de cuadros abrochada hasta el último botón, tirantes, el pelo muy engominado y los pantalones pesqueros. Eso sí, nunca pierde su buen humor y siempre saluda a los vecinos, que le tienen un poco de miedo, sobre todo porque siempre les dice “Me llamo NUE” cuando acaba las frases.

4º B

Compartiendo planta con NUE tenemos a las que todo el mundo llama “las Vecinitas”. Aunque sé lo que estáis pensando… no: no son dos pelirrojas despampanantes que lavan los coches de segunda mano de “El Pavo” con camisetas blancas ceñidas. Madelaf y Serenere son dos mujeres que acaban de pasar la cincuentena y superar la menopausia. Estas hermanas solteronas viven por y para cotillear acerca del portal. Madelaf es experta en estar en la trinchera delantera, esto es, la mirilla. Nada pasa por delante de la puerta sin que ella lo vea. Serenere es la experta en grandes aberturas. Cuando no está en la ventana que da a la calle gritándole a los chavales que juegan al balón o insultando a la gente que aparca mal (a santo de qué nadie lo sabe, porque ellas no tienen coche), está en la ventana interior que da al patio de luces, comprobando las coladas de los demás.

5º A

Este piso está compartido por los hijos (legítimos) de Antares y Doña Asha, Wind y Kerensky. Ambos son exdrogodependientes que, gracias al proyecto Hombre, han conseguido salir de la droga. Sin embargo, se han quedado un poco tontos en el proceso. Sus aficiones (pues a estos los mantienen sus padres) son llamar a los telefonillos del barrio y salir corriendo, asustar a las palomas o beber litronas en el banco del portal , entre otras. Wind suele ofenderse si le dicen que no se entera. Suele decir: “¿Ya estamos no? El Wind es tonto porque se ha metido de todo y se ha quedado tonto, ¿no?”. Kerensky simplemente… no se entera.

5º B

La “Rarita del quinto”, como la llaman el resto de vecinos, es Lauerys. No sale mucho, pero cuando sale es la comidilla del bloque. Viste siempre de negro y siempre tiene cara de pocos amigos. Lleva el pelo un poco grasiento, negro, con raya al medio. De hecho, Val la llama “La Snape”. Nadie sabe muy bien a qué se dedica. Parece ser que trabaja en casa. Una vez alguien preguntó en el portal por la señora que hacía “lo del Reiki”. Nalibia respondió que ahí no era. “No quiero invocaciones a Satán en el bloque”. Si viene más gente preguntando por cosas raras, estudiará, como consorte del presidente, echarla del edificio.

6º A

Este piso está cerrado y en venta. Pertenece a Sansalayne, como el resto. Se quedó vacío a la muerte de la difunta Señora Nihil. Nadie llegó a ver el cadáver, pero se olía desde lejos. Los vecinos de planta dicen que a veces escuchan quejidos y también oyen crujir las maderas del suelo. Las bisagras necesitan 3en1 también, puesto que chirrían cuando el viento se cuela por los cristales rotos y abre las puertas. Está, como dice Sansalayne, “para entrar a vivir”.

6º B

Uno de los habitantes de la casa es Tremal Naik. Es aficionado a Freud y se presenta a sí mismo como psicólogo, si bien todos saben que no tiene título, algo que Symon Lynch se encarga de enfatizar. A su casa entra un abanico amplio de gente diversa en busca de “tratamiento”. Lo cierto es que el negocio al que se dedica Tremal tiene poco que ver con la mente, porque se dedica a la distribución de setas que él mismo cultiva en su casa, con esmero. Gran conocedor de la reproducción por esporas, ha llegado a tener una gran variedad de hongos, algunos de los cuales pueden resultar letales si no se toman en la dosis adecuada. Sansalayne sospecha que no hay ninguna presencia de fantasmas en el 6ºA y que lo que Tremal dice ver es, simplemente, resultado de sus dosis puntuales de alucinógenos. Sin embargo, otro de los habitantes de la casa, Aleksandr Nevski, también dice oír cosas raras y tiene pavor al fantasma de Lady Nihil. Es “músico” profesional. De hecho, toca el bajo en un grupo punk a sus taitantos. Lo que más le gusta es hacer fiestas en el piso para sus amigos, en las que corre el calimocho y se cantan canciones de protesta. A veces hacen fiesta en toda la planta, lo que ocasiona desavenencias sobre todo con el Sr. Sabat, quien suelta a Piej. Es el principal cliente de Sadsmile. El tercer compañero de piso es Moff Dalen, quien trabaja desde casa, por teléfono, en una línea caliente, lo que le deja suficientes beneficios para tunear, poco a poco, un cacharro destartalado que le compró a El Pavo. Además, le encanta ir al gimnasio y parece que se cicla para estar más cuadrado que chuache. A veces cuando habla con la gente se olvida de que no está trabajando.

Ático

El ático, que ocupa prácticamente toda la planta, menos la terraza comunitaria, donde suben los jovencitos a hacer manitas y contemplar las estrellas a través de la contaminación de la ciudad bla bla bla…, como decía, el ático está ocupado por el anciano señor Oberyn Sabat que lleva viviendo en el edificio desde antes que la actual propietaria lo heredase de su difunto esposo. El Sr. Sabat siempre viste un batín rojo palo, fuma en pipa y vive en el pasado. Tiene un perro con bastantes malas pulgas, cuyo nombre en general es desconocido, pero al que él se dirige como “Piej”, pues lo confunde con su difunto mayordomo francés, Pierre. Piej y el Sr. Sabat tienen largas conversaciones acerca de la importancia de utilizar soda o, en su defecto, casera, para sacar las manchas de cabernet sauvignon del guatiné.

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